Les dejo este articulo de interés
ES NECESARIO REDEFINIR EL CONCEPTO DE MALA PRAXIS EN CADA PROFESIÓN
Por Antonio Elio Brailovsky[1]
Los
aficionados a los videos eróticos o los simples internautas aburridos
conocen el caso de Sabrina Sabrok, una actriz (llamémosla así) que
alcanzó una breve notoriedad por el enorme tamaño de sus prótesis
mamarias. Debido al peso de las siliconas, tuvieron que armarle debajo
de la piel una estructura metálica que pudiera soportarlas. La pobre
chica tiene una vida poco envidiable. Por ejemplo, sufre de continuos
dolores de espalda y de insomnio, ya que no encuentra una posición para
dormir, y no pudo volver a viajar en avión, ya que una despresurización
podía hacer estallar su principal herramienta de trabajo.
Está en continuo peligro de muerte por cualquier pequeño accidente vinculado con esa desmesura.
El
caso es hoy un ejemplo clásico en los cursos de bioética, porque detrás
de esa figura pintoresca hubo uno o varios profesionales que aceptaron
realizar las operaciones que llevaron a Sabrina a la fama y al riesgo de
muerte. Se trataba, sin duda, de un consentimiento informado: la chica
sabía los riesgos que estaba corriendo. Pero, ¿eso exime al profesional
de toda responsabilidad? ¿Se puede hacer cualquier cosa, si es lo que el
cliente pide?
Creo que es el momento en que los profesionales de la construcción deberían formularse la misma pregunta.
En
los videos de los desastres ocurridos en cada vez que llueve, el
público vio el drama humano. Pero las personas con formación técnica
también pudieron reconocer cuándo veían bajo el agua obras hechas por
autoconstrucción y cuándo se trataba de obras realizadas por
profesionales.
Está
claro que no estamos ante los cerros de Caracas ni ante las favelas de
Río de Janeiro sino ante obras de diseño, muchas de ellas de calidad y
excelencia profesional. Y también está claro que el mundo no se agota
en el tablero o en la pantalla de la computadora, sino que el
profesional tiene que tener un conocimiento, aunque fuera elemental, del
sitio en el que implanta su obra.
Y esto nos lleva a una doble discusión, que es necesario dar en el ámbito profesional:
· Por
una parte, ¿cómo construir, qué recaudos tomar, al trabajar en sitios
con riesgo de inundación? Hasta ahora, lo que más parece haberse tenido
en cuenta es la preocupación del cliente de que no se notara que estaba
en un sitio inundable para evitar la desvalorización de su propiedad.
Hemos escuchado antes de ahora declaraciones convincentes sobre cómo
construir sin problemas varios pisos de estacionamientos subterráneos
junto a los arroyos entubados. Bastaba con ponerles algunas bombas
eléctricas, sin preguntarse qué ocurre con la electricidad durante una
inundación.
En
una sociedad que ha negado el problema del descenso de las ciudades
sobre las planicies de inundación de ríos y arroyos, los profesionales
no pueden seguir sumándose a esa ceguera interesada. Se requieren
respuestas que surjan de cursos, reuniones, congresos, simposios, en los
que se de el debate técnico en términos de materiales y criterios de
diseño. Las respuestas superficiales han dado el mismo resultado que la
negación de los problemas.
· Y
además, todas las profesiones tienen que discutir y actualizar su
código de ética, de acuerdo con la evolución de la problemática que
tienen que atender. El juramento hipocrático comienza diciendo:
“primero, no dañar”. ¿Cuál es su equivalente en términos de las
actividades constructivas? ¿Respetar cuidadosamente códigos que no
tienen en cuenta las áreas de riesgo de inundación? ¿O utilizar para
algo el conocimiento que tenemos disponible? Si construimos en Mendoza o
en San Juan, ¿necesitamos que el Código nos diga “haga una obra
antisísmica”? ¿O lo haríamos aunque el Código no lo dijera? ¿Nos
atreveremos a preguntarnos cuántos de los muertos se debieron a
construcciones inadecuadas para el sitio en que están implantadas?
Me
gustaría que en algún momento los colegios profesionales de
arquitectura comenzaran a considerar como mala praxis el construir en un
área de riesgo de inundación, sin tener en cuenta la existencia de ese
riesgo.
[1]Escritor.
Profesor Titular en las Universidades de Buenos Aires y Belgrano.
Trabajo enviado a una revista profesional y no publicado.
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